La planta automotriz Stellantis de la ciudad de Belvidere suspendió su producción en febrero, y despidió a más de mil empleados. Algunos dueños de negocios locales hablaron con WNIJ para describir cómo ha sido su situación desde entonces.
Durante una soleada tarde en el restaurante Molcajete en State Stree, popular por su comida mexicana, se nota una clientela considerable.
Con todo, un letrero ominoso se nota en la puerta: "Nuevo horario: lunes y martes, cerrado".
El gerente Víctor Hernández señaló que es, en realidad, un letrero viejo que viene desde la pandemia.
Al preguntársele si el cierre de la planta le ha afectado, Hernández respondió "Justo ahora, no puedo decirle con exactitud si Chrysler nos afectó o no".
Para muchos todavía es la planta de Chrysler. Originalmente, fue construida por esa compañía en los años 60. Después de una fusión de industrias, la compañía matriz se llamó Stellantis, pero la planta siguió produciendo vehículos Jeep Cherokee.
A alguna distancia del restaurante se encuentra Annie's Beauty Salon. Su propietaria, Ana Alamilla, anotó que no ha sentido el efecto del cierre todavía.
"Por el momento, no", indicó. "Creo que es porque la gente todavía está recibiendo cheques de seguro de desempleo y por eso no hemos sentido mucho".
Alamilla ha sido dueña del salón por 24 años.
"He tenido clientes que vinieron de niños y ahora me están trayendo a sus hijos como clientes", observó.
Alamilla ya estaba en Belvidere cuando la planta cerró su segundo turno, y luego el tercero, hace ya varios años. Estos cierres trajeron una pérdida de alrededor de tres mil empleados.
Las autoridades de la ciudad dijeron que los empleados de Stellantis provenían de comunidades de un radio de 70 millas alrededor de Belvidere. Para los habitantes era notable la aglomeración del tráfico que salía de Belvidere hacia Rockford, y por esa razón es posible que todavía muchos de los negocios locales no dependieran totalmente de los ingresos de estos empleados.
Así parece ser el caso del dueño de una barbería, de otro dueño de un salón de belleza, y de una compañía de seguridad con quienes se entrevistó WNIJ, pero no se puede decir lo mismo de todos los negocios.
Los propietarios de Sam's Pizza han tenido pasado por una experiencia inesperada a partir del cierre de la planta de ensamblaje.
Josie Owens mantuvo su ritmo de trabajo mientras ponía una pizza en el horno y comenzaba con la siguiente. Su nueva orden era de una pizza de pepperoni sin queso.
"Este pueblo está muerto sin Chrysler" dijo Josie.
Añadió que desde el cierre, sus ventas han bajado un 50 por ciento.
Su esposo, Jerry Owens, añadió que bajo estas circunstancias se vieron obligados a cortar personal.
"Típicamente tenemos unos cuatro o cinco repartidores" indicó Jerry. "Ahora tenemos sólo unos tres".
El restaurante ha sido propiedad de la familia de Josie por más de sesenta años.
"Esperamos y confiamos" dijo "que las cosas se mejoren pronto y que Belvidere comience a crecer".
Los empleados de Growth Dimensions, la división de desarrollo económico del condado de Boone, dicen que han puesto sus esperanzas en la futura apertura del centro de distribución de General Mills, cuya construcción comenzó el año pasado. Añadieron que también hay posibilidades de nuevas inversiones que podrían traer más trabajos para los habitantes del área. Sobre Stellantis, mantienen la esperanza de que la planta reabra y que sea rediseñada para la producción de vehículos eléctricos.
Cuando WNIJ habló con los legisladores del área, dijeron que el estado todavía está en negociaciones con Stellantis.
Recientes reportes de la publicación Crain’s Chicago Business señalan que las autoridades estatales están ofreciendo incentivos para que la compañía vuelva y produzca su esperado vehículo eléctrico—el camión o pick-up truck Ram 1500 REV—en Belvidere.
Traducido por Francisco Solares-Larrave