"¿Qué tal si pasa algo?"
Estoy cansado de escuchar estas palabras.
He estado involucrado en la coordinación de un centro de calentamiento nocturno en nuestra iglesia para individuos que están sin hogar. Nuestra meta era proveer un lugar con calefacción donde la gente pueda dormir cuando hacía temperaturas peligrosas.
Cuando uno abre su puerta para los individuos sin hogar, esos que forman parte del grupo grande que les llaman “los sin hogar” dejas de ver una masa sin rostro. Ves a individuos con nombres, y con historias. Se convierten en amigos, comunidad, o familia.
Ahora que hace menos frío por las noches, cerramos.
Entre algunos voluntarios nos hemos involucrado más para encontrarles nuevos lugares para esconderse.
Les compramos tiendas de campaña y sacos de dormir. Pero luego fue cuestión de donde podrían erigir las tiendas de campaña.
Una posibilidad era usar la propiedad privada. Pero, cuando pedimos ayuda, nos topamos con el obstáculo de, “¿y si pasa algo?”
¿Y si pasa algo? Son cuatro palabras que temo. En cuanto crucemos el camino de “qué tal si”, nos hemos perdido. Mientras tanto, algo está pasando. Hay doce individuos que se están ocultándose en las afueras de nuestra ciudad.
He sido acusado de tener un gran corazón. Mi “corazón” en realidad es del mismo tamaño que cualquier otro. La única diferencia es que hay unos que dejan que “y si pasa algo” los detenga y otros que preguntan, “pero ¿qué tal si no pasa nada, y luego que les pasaría a esos que dejaron afuera en el bosque oscuro de una comunidad indiferente?”
Soy Dan Kenney y esta es mi perspectiva.
Traducido por Alondra Gamez.