Imaginete. Justo cuando tu padre llega a su trabajo, por decir, en una fábrica de carne o en una granja lechera, lo rodea un escuadrón de hombres vestidos de negro y con máscaras. Es arrestado, como miles de hombres y mujeres, en su mayoría no caucásicos, deportados a lugares que tiene todo la apariencia a campos de concentración. Prisiones despreciables y a menudo inhumanas. Ha sido condenado sin explicación.
¿Serán los nazis de Alemania? No. Esta sucediendo precisamente ahora. En nuestro nombre. En nuestro país, los Estados Unidos de América. ¡Hogar de los libres y los valientes!
O tal vez imaginate esto, una científica cuyos años de investigación ayudaron a salvar vidas en todo el mundo. Recibe un correro electrónico que dice que la van a despedir.
Inmediatamente su trabajo no será financiado por el gobierno. Se terminó.
El hombre quien dijo que sería dictador "desde el primer día" dio la orden.
No tenemos que imaginar todo esto. De hecho, Jerry Harvey, un profesor en George Washington University, escribió sobre estas cosas hace 37 años. Lo comparó con el momento en que Adolph Eichmann ordenó deportar a millones de personas a campos de concentración, en Alemania nazi. Pero Eichmann no pudo hacerlo solo. Tenía el poder de obligar a otras personas a hacerlo. Ellos sigueron las órdenes de buena gana.
¿Pero cómo pudieron hacer eso? Nos preguntamos. Seguramente no lo haríamos.
Hoy nos dicen que debemos de deshacernos de decenas de miles de trabajadores y contratistas federales para que puedan ser reemplazados por personas leales a... Eichmann. No. Me refiero a Trump. O a Steven Miller. O Elon Musk
¿Todo esto te suena bien?
A mí no. ¿Dónde están nuestros representantes quienes saben que esto está mal? ¿Qué hace falta para que actúen como si supieran?
Soy Rich Brooks y esa es mi Perspectiva.
Traducido por Carlos Loera