Hear and listen to this perspective in English
Mi travesía por encontrar comida dominicana me llevó a Chicago donde no sólo encontré lo que buscaba, sino que descubrí varios pequeños negocios de dominicanos que se apoyan mutuamente. Después de todo, ¿Quién entiende mejor los esfuerzos de un inmigrante que un paisano?
La bandera dominicana en las puertas avisa que una cultura acogedora está presente y, después de todo, ¿No es eso lo mágico de este país? Una amalgama de culturas para escoger sin necesidad de emprender un largo viaje.
Al notar que los negocios que visité parecen tener mucha demanda, no pude evitar preguntarme ¿Qué hacen para mantenerse a flote? Y no es porque me pareciera que carezcan de calidad, pero seamos honestos, las grandes cadenas no les dejan mucho espacio a los pequeños emprendedores.
...Y luego pensé, es que el inmigrante está hecho de buena madera, recoge sus raíces y las cultiva en nuevas tierras, sin perder su esencia. Estos emprendedores sobreviven a pesar de los desafíos que presenta la economía actual, demostrando su resiliencia. Luchando por cumplir sus sueños, contribuyen al país que les ha abierto las puertas.
Como tesoros escondidos en las ciudades, los pequeños negocios minoritarios pasan sus tradiciones de generación en generación, rehusándose a renunciar a sus raíces porque como bien dijo el poeta argentino Francisco Luis Bernárdez “Lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado."
Yo soy Milandy Horan y ésta es mi perspectiva.