Por Guadalupe Martinez
Para empezar, hace tres años que asistía a la preparatoria de Woodstock North High
School en mi último año. Se consideraba la “nueva” a comparación de la “antigua” escuela, Woodstock High School la cual no tenía aire acondicionado por toda la escuela. Aunque los de WHS, nos hacían burla diciéndonos que nuestra escuela se iba a inundar.
Regresando a mi último año en WNHS, yo era un una de las capitanas en el equipo de tenis para mujeres, y formaba parte de la primera sección con mi amiga en esos tiempos. Creo que me presioné mucho porque pensé que debía dar más tiempo al tenis porque no empecé a jugarlo hasta mi segundo año de la prepa. Al mismo tiempo, no me estaba alimentando correctamente a causa de tanto estrés al deporte, las clases y emergencias familiares. Conviene subrayar que es crucial tener los zapatos adecuados para tenis, que no los tenía en este punto de la temporada.
Entonces vino el día que finalmente íbamos a jugar contra nuestro gran rival del otro lado de la ciudad. Reconocí una de las muchachas que formaba parte de la primera sección que eran nuestros oponentes, así es que estaba más motivada a ganarles. Ya para la mitad del partido estábamos de cabeza a cabeza en cada punto, y yo estaba determinada a ir por la pelota en cada ocasión que podía alcanzar. En un punto, yo estaba más atrás que mi pareja, pero cuando rebotó la pelota a nuestro lado, subió en forma de arco iris y fui a tratar de pegarla antes de reboteara por segunda vez. Mientras que trataba de perseguirla, creo que la combinación de mi pobre alimentación, mis zapatos desgastados y a lo mejor había pisado mal, hicieron que la rodilla derecha cediera y yo caí al suelo mientras que mi raqueta pegó a la pared de práctica, entonces se oyó un ¡BOOM!. Vino mi entrenador de tenis y el entrenador atlético a checarme, sentía que alguien me estaba dando un puñalazo en la rodilla cada vez que trataba de apoyarme en ella. No quería sucumbirme al oponente, entonces decidí persistir hasta el final del partido.
En pocas palabras, había estado en tanta aflicción como nunca antes, y habíamos perdido el partido en esa ocasión, lo bueno es que cuando jugamos contra ellos de nuevo en la conferencia, ganamos y nos entregaron medallas en la cancha de WHS. Hasta ahorita cuando me hinco por mucho tiempo o corro fuertemente me duele el meniscos, pero me acuerdo de todo el esfuerzo que le metí. Para concluir, si valió la pena esforzarme en el deporte ya que me ayudó a conseguir becas en mi primer año de colegio por continuar jugándolo. Me empujó a perseguir mis metas, no rendirme aunque haya obstáculos, y a entender a establecer balance y prioridades en mi vida.