Un sábado del mes pasado, salí de nuestra lavandería al borde del escalón de concreto en el garaje, como lo he hecho miles de veces.
Bueno, el garaje estaba enojado ese día, amigos míos, como un anciano tratando de devolver sopa en una charcutería. Me torcí el tobillo un poco, escuché lo que resultó ser el quinto metatarso romperse y caí al suelo, pronunciando algunas palabrotas mientras aterrizaba.
Lamentablemente, esta no era mi primera experiencia con un hueso roto. Me he fracturado los metatarsos en dos ocasiones distintas corriendo por caminos en Rock Cut State Park a principios de la década del 2010.
Y hubo el incidente en el 2001, saltando a un lago en Carolina del Norte. El agua oscura era menos profunda de lo que pensaba y mientras toqué el fondo, sentí que mi peroné se rompió. Diez días después, un cirujano me hizo biónico al instalar una placa y seis tornillos. Siguieron ocho semanas en yeso.
Por lo general, he regresado de estas heridas desesperado por convertir mi rabia sedentaria en actividad física. Los años que siguieron han incluido cinco maratones, una docena de media maratones, triatlones de corta duración, dos siglos de ciclismo y, más reciente, cinco años de CrossFit. La convalecencia y yo no nos llevamos bien.
Sin embargo, esta última herida se está curando bien, y estoy afortunado de que la fractura no fue desplazada. Estoy terminando la sexta semana con un pie sin soportar peso, sintiéndome afortunado de estar casado con una fisioterapeuta.
Sé que pronto canalizaré mi rabia para reunirme con mi familia del gimnasio CrossFit, agradecido de que la actividad es lo que me mantiene joven, tanto física como mentalmente.
Y, adoptaré por completo la letra de la canción de Regina Spektor que vive permanentemente en mi cabeza:
"Piensa en todos los caminos. Piensa en todas sus cruces. Tomar pasos es fácil. Quedarse quieto es difícil ".
Ciertamente.
Soy Wester Wuori, herido pero no derrotado. Y esa es mi perspectiva.
Traducido por Alondra Gamez.