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Cada vez que me pregunto sobre la futilidad de mis acciones, me pongo a pensar en una anécdota que contó mi profesor de arte en Barcelona, el doctor Basilio Losada.
El doctor Losada era excepcional cuando contaba historias, así sabía como captar la atención de su público. Entre sus ponencias, nos contó esta historia de su familia.
Su abuelo prestó dinero a un compañero de clase que había regresado derrotado y en quiebra después de la guerra en Cuba en 1898. Poco después, en medio de la noche, su compañero se escapó del pueblo gallego donde ambos vivían, sin devolver el dinero. Con el paso del tiempo, los chismes confirmaron que había utilizado el préstamo para pagar su pasaje en barco a Cuba. El abuelo del doctor Losada aceptó que nunca volvería a ver este dinero. Pasaron los años, y el escapado tuvo éxito en Cuba, estableció su propio negocio y se convirtió en patriarca de su familia. Al final, terminó siendo un comerciante bastante adinerado.
De hecho, uno de sus hijos cambió la historia del mundo porque el abuelo del doctor Losada prestó su dinero al padre de Fidel Castro. Irónicamente, este préstamo tuvo un impacto enorme porque la revolución cubana inspiró a numerosos movimientos revolucionarios en América Latina y en África. Por décadas, Fidel Castro salió en las noticias internacionales.
Así que si en cualquier momento duda del impacto de sus acciones, piense en como un simple préstamo en un pueblito perdido en España cambió la historia mundial.