No hubo política. No hubo debates. No hubo un yo tengo razón o tú estás equivocada.
Como escribí en una perspectiva anterior, tres amigas de toda la vida me iban a visitar, todas con puntos de vista políticos que eran opuestos a los míos. En busca de la armonía, respectivamente, había solicitado con todo el respeto que evitáramos las discusiones políticas durante nuestro valioso encuentro de tres días.
Estoy feliz de informar, que fuimos fieles al plan.
Tal vez fue la belleza de los bosques y el agua que nos rodeaba. Tal vez fue la risa por recuerdos de hace mucho tiempo: pijamadas en nuestros años de primaria, viejos novios, nuestros años de animadoras. Tal vez fue el hecho de armar nuevos recuerdos: navegar en kayak por los nenúfares morados y dorados, buscar osos durante un paseo en jeep por el bosque, contemplar la Vía Láctea en una noche iluminada por las estrellas.
Cualquiera que fuera la razón, evitamos colorearnos mutuamente en la política roja o azul que arruina tantas relaciones. Así que el hecho de librarnos de la política y otros temas que causan división se convirtió en un regalo para nosotras mismas, una oportunidad para centrarnos en el bien que nos rodeaba, el bien de cada una de nosotras.
En nuestra última noche juntas, mientras la luz dorada se filtraba a través de los pinos, escuchamos con alegría algunas viejas canciones de nuestra adolescencia por las Shirelles, los Beach Boys y los Beatles. Por un momento fuimos las jóvenes que éramos, con esperanzas, sueños y un mundo de posibilidades por delante.
Fue un momento mágico lleno de paz y serenidad, un recordatorio de los lazos que originalmente nos habían unido. Y aunque el mundo y nosotras mismas hemos cambiado a lo largo de las décadas, estoy muy agradecida de que cada una de nosotras haya elegido fortalecer esos hermosos lazos una vez más.
Traducido por Yaritza Salgado.