Nos conocemos de adentro hacia afuera.
A lo largo de muchas, muchas décadas mantenemos cuatro amistades que se remontan a nuestros años de escuela primaria. Como adolescentes nos conocíamos las esperanzas y los sueños. Como adultas, nos hemos conocido los éxitos y fracasos. Hemos compartido momentos de gran alegría y momentos de gran tristeza. A lo largo de los años, nos hemos reído, llorado y consolado mutuamente.
Aunque hemos vivido vidas muy distintas, a veces en partes muy diferentes del país, cada vez que surge una oportunidad de volvernos a ver, continuamos donde nos quedamos, sin perder un segundo.
Así que, después de seis años sin vernos, las cuatro finalmente nos reuniremos este verano. El asunto está en que, en esta etapa de nuestras vidas, tenemos una visión política muy diferente.
Principalmente yo.
En el campo político divisivo, enfadoso y lleno de odio de nuestro país, el quebrantamiento de amistades y/o relaciones familiares es algo común. Y lo último que quiero es que la política destruya estas amistades de por vida.
Es por esto que, respetuosamente he solicitado que evitemos las discusiones políticas, y mis amistades han estado de acuerdo. Compartiendo solo pocos días valiosos, ¿quién quiere participar en debates políticos? Además, hay mucha más bondad y belleza en el mundo en las que enfocarse.
Me acuerdo de las antiguas palabras en El Libro de la Sabiduría de Jesús, hijo de Sirac que a través de los siglos todavía nos habla:
"Un amigo fiel es un poderoso protector; el que lo encuentra halla un tesoro" (Eclesiástico, 6:14-17).
Efectivamente, una protección segura.
Tal vez la mejor parte de estas amistades valiosas es la Gracia que podemos darnos unas a otras a pesar de nuestras diferencias.
Traducido por Yaritza Salgado.