No hace mucho, sentado en una silla de dentista con la boca abierta, me sentí como un carro en el taller con el motor expuesto. ¿Qué tendríamos en común? Los dos estábamos en una visita de mantenimiento.
Hacemos mantenimiento para prolongar la vida útil de las cosas. Con computadoras, cámaras y otros aparatos electrónicos tenemos que hacer actualizaciones del sistema, mientras que los electrodomésticos necesitan filtros, cepillos o aceites especiales. Nuestros carros son aún más exigentes: hay que cambiarles aceite, revisar frenos, fluidos, luces, y confirmar la presión de las llantas con más frecuencia de lo que lo hacemos con nuestros cuerpos.
Ahora, si vamos al taller cada tres meses, a la clínica vamos cada seis, o cada año. Nos hacen análisis de sangre y nos examinan el corazón, los pulmones, el hígado y otros órganos más según la edad,
Este hábito de darle mantenimiento a las cosas sirve para que trabajen eficazmente todo el tiempo. De hecho, deberíamos hacer lo mismo con nuestra infraestructura, nuestra sociedad y nuestra vida política. Para hacer este mantenimiento necesitamos votar en las elecciones, participar en la vida pública, escribir cartas al editor o perspectivas para la radio, hacer que nuestra voz sea escuchada.