Las humanidades
¿Cuál es el valor de mi educación? Como estudiante de humanidades ésta siempre es una pregunta muy incómoda; además, es una pregunta muy frecuente. Es incómoda porque detrás de dicha pregunta hay un juicio negativo con respecto al estudio de las humanidades, como si estas no valieran y no llevaran a nada.
Sin embargo, el estudio de las humanidades me ha permitido acercarme a textos que de otra forma desconocería. Me ha permitido desarrollarme, en la medida en la que mis capacidades lo permiten, en una persona responsable. He aprendido a escuchar y aprender de los otros. Es decir, he empezado a desarrollar la virtud cívica por excelencia (de acuerdo al menos con Aristóteles), la prudencia, a través del estudio de las humanidades.
En un pasado no tan remoto, hubiera considerado dicho resultado inútil. De haber perseverado en dicha posición, me hubiera perdido de atender la riqueza de la condición humana. Si se me pregunta, hoy, ‘¿cuál es el valor de mi educación?’ contestaría de forma distinta la pregunta. Diría que me ha enseñado a ser persona con otras personas; a reconocer y agradecer la pluralidad humana.
Con esto busco invitar al estudio de las humanidades. Mi invitación se basa en mi experiencia, porque es indudable que han enriquecido mi vida y me han sensibilizado de una forma inesperada: soy otro, diferente, pero ya no me siento solo; soy otro con otros, porque reconozco el valor de la comunidad.
Soy Alberto Fernandez y ésta es mi perspectiva.